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Roger Durán: “Hay desesperanza en los jóvenes”

Roger Durán
Ambato, 1992

Estudiante de sicología en la Universidad Técnica de Ambato, Roger Durán nació y creció en la provincia de Tungurahua. Hijo de un músico, se interesó por la percusión y alternó sus estudios en el colegio Luis A. Martínez, en el centro de Ambato, con la práctica musical en el conservatorio local. Ahora forma parte del activismo de juventudes en el Gobierno provincial y estuvo vinculado al Consejo de Protección de Derechos del Municipio de Ambato. Buena parte de su memoria de los hechos políticos tiene relación con la década de Rafael Correa y el actual gobierno de Lenín Moreno, con su secuela de crisis económica y falta de oportunidades.

Su padre es músico y le ha animado siempre a hacer música. Roger Durán vive en un barrio de Ambato, la capital de la provincia de Tungurahua, y creció en un colegio del centro, muy cerca de la avenida Cevallos, el principal eje vial de la ciudad.

Nacido en 1992, sus primeros recuerdos sobre la dolarización lo llevan al año 2000, cuando tenía ocho años y el Ecuador perdió su moneda nacional en el marco de la crisis económica que, antes del coronavirus, se consideraba la más importante de los últimos tiempos. 

Era un niño pequeño que empezaba a diferenciar los billetes nacionales cuando estos fueron abolidos y reemplazados por los billetes verdes de los Estados Unidos, en donde se ven las figuras de próceres y presidentes de ese país. “Tengo una buena memoria”, dice el joven, y recuerda que el pasaje en un bus costaba mil sucres. Y también que su familia, durante la crisis bancaria de 1999, sufrió la pérdida de su carro que fue vendido para poder enfrentar la falta de liquidez que afectó a muchas familias ecuatorianas. 

“Una bomba molotov entró a mi curso y ese rato salimos corriendo, fue una situación traumática que no entendimos como niños. Creo que fue una época de bastante violencia. Hoy no me imagino que algo así pueda ocurrir”

Vivió poco del conflicto con el Perú, aunque recuerda la firma de la paz con el país vecino. Hasta su generación llegó el discurso de que “los peruanos son malos y nos robaron el territorio”, pero cree que con mucha menos intensidad que en generaciones anteriores. No así con su hermano mayor, que presenció más de cerca el enfrentamiento centenario con el país vecino.

Durante la época de la inestabilidad política que se inició con la caída de Abdalá Bucaram, recuerda los conflictos sociales que también llegaron a Ambato. En plena avenida Cevallos, donde está su colegio, tenían lugar protestas estudiantiles. “Una bomba molotov entró a mi curso y ese rato salimos corriendo, fue una situación traumática que no entendimos como niños. Creo que fue una época de bastante violencia. Hoy no me imagino que algo así pueda ocurrir”, dice. 

A los 16 años, cuando se inicia el correato, Roger Durán empezó a tener conciencia política. En su provincia, el alcalde y el prefecto estuvieron durante varios periodos, mientras el presidente también se mantenía en el poder. Recuerda por ejemplo, las largas gestiones de Fernando Callejas en la Alcaldía y de Fernando Naranjo en la Prefectura, que se extendieron por varios años sin que se produjera alternabilidad, pues fueron reelegidos. Fue un fenómeno curioso: creció viendo a los mismos funcionarios sin preguntarse mucho por qué se mantenían en sus cargos por tanto tiempo. 

Ahí empezó a interesarse en la política estudiantil en el Consejo Estudiantil de su colegio. Fueron lo que considera injusticias en su colegio por parte de los profesores las que le llevaron a participar, presentándose a las elecciones en binomio con otro compañero. 

De todos los hechos que ocurrieron durante el correato, el que más lo impactó fue la revuelta policial del 30S. 

“En esa época ya me tocaba ir a la universidad y sentí una cierta desesperanza. La misma que hoy observo en muchos jóvenes. No sabía qué hacer con mi vida ni qué estudiar. Yo seguía físico matemático en el colegio”. 

Durán sostiene que los sucesos del 30S le impactaron, pero también se sintió con más oportunidades que muchos jóvenes de hoy, sobre todo, porque tuvo confianza en que los programas de becas del gobierno anterior eran efectivos. Uno de sus compañeros, con quien se postuló al Consejo Estudiantil de su colegio, logró una beca para Yachay, en donde logró graduarse. “Nos dimos cuenta de que eso sí era real, que no era como una lotería que uno no sabe si se puede o no ganar. Yo saqué en el examen Ser Bachiller 850 puntos y también obtuve una beca para estudiar derecho en Ambato”. “Encontré mi camino gracias a que había esos chances durante el gobierno anterior”, afirma el joven. 

“Cuándo en la vida un alcalde le iba a parar bola a un guambra que lleva la voz de su colectivo”

“Creo que en el gobierno anterior hubo dos palabras clave: esperanza y estabilidad. A veces decirlo molesta mucho porque hay quienes recuerdan que también hubo corrupción. Creo que esas dos cosas se han perdido en este gobierno”, dice el joven.

 “Ahora hay jóvenes que dicen que ya se gradúan y sienten que no tienen futuro, mientras que los pocos que han obtenido trabajo han sido despedidos. En los últimos años de Moreno ha habido un innegable retroceso”, estima. 

 Ahora, a los 27 años, está en el noveno semestre de la carrera de psicología clínica de la Universidad Técnica de Ambato. Al mismo tiempo, estudió música e interpreta pasillos, valses y boleros, en especial, tocando piano y percusión menor. No estudió derecho por el divorcio de sus padres y otros conflictos familiares, pero la segunda opción que colocó fue la de psicología clínica al dar su examen original al salir del colegio y ahora está contento con su carrera. 

Al mismo tiempo, se dedica a actividades de activismo juvenil, actualmente es consultivo nacional de jóvenes y coordinador provincial de juventudes en el Gobierno de la Provincia. 

También fue vicepresidente del Consejo de Protección de Derechos del Municipio de Ambato durante tres años. Ha trabajado en la prevención de violencia y cree que en Tungurahua hay una alta incidencia de violencia de género y suicidios. 

De manera que Roger, un joven de grandes anteojos y pelo rizado, tiene varios ámbitos de acción. Se involucró en el activismo juvenil en un programa de censo para comunidades afroecuatorianas, llamado Identifícate afroecuatoriano, en el que empezó a trabajar con barrios y comunidades. Desde entonces sigue con su activismo, sobre todo con jóvenes de distintos sectores de la provincia de Tungurahua. 

Para Durán, lo mejor que ha ocurrido en este periodo democrático ha sido la participación ciudadana, las posibilidades de llegar a las autoridades locales. “Cuándo en la vida un alcalde le iba a parar bola a un guambra que lleva la voz de su colectivo”, dice, al destacar las posibilidades que el actual periodo democrático y, en especial, en los últimos años, se abrieron para que la sociedad civil sea escuchada.

 “La participación tiene muchas fallas, pero creo que era peor antes”, estima Durán, quien asegura que los jóvenes y otros sectores sociales sí tienen posibilidad de influir en las decisiones que se toman en los ámbitos gubernamentales. “Creo que esas cosas no se habrían logrado sin la actual Constitución y las ideas de igualdad de género, de la interculturalidad y de otros ámbitos de igualdad”. 

Pero, al mismo tiempo, el joven percibe un país en donde imperan la corrupción y la impunidad. En donde el sistema judicial no es garantía de justicia y en donde los mismos rostros de los políticos se mantienen durante décadas sin renovación. “Creo que ha habido negligencia e impunidad desde que yo me acuerdo, y eso es lo peor de nuestros tiempos”, finaliza el activista juvenil.

Fotos: Luis Argüello
Para este ambateño que creció durante el correísmo, el ambiente actual en el país es de desesperanza y falta de oportunidades para muchos jóvenes, a los que la crisis golpea.