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Gabriel Moreta: “La democracia nos ha permitido dar la pelea”

Gabriel Moreta
Quito, 1955

Quiteño de Chaupicruz, parroquia donde ha vivido toda la vida. Pasó casi 40 años trabajando en la Amazonia, en el área petrolera. Sus años de trabajo coincidieron con las cuatro décadas de democracia. Fue uno de los fundadores de los complejos industriales, planta de GLP de Shushufindi y Refinería Amazonas, que produce 40 mil barriles de gasolina al día. Fue dirigente de los trabajadores petroleros. Como tal, participó en diversas movilizaciones en defensa de la industria estatal y los derechos laborales. Fue cofundador del Movimiento Plurinacional Pachakutik.
Gabriel es ingeniero industrial, título que obtuvo a distancia en medio de sus tareas petroleras. Ahora está jubilado, y administra un conjunto de viviendas en el norte de la capital.

Cuando volvió la democracia, en 1979 Gabriel Moreta, estudiante del Colegio Técnico Don Bosco, en Quito, se quedó impresionado por Jaime Roldós. Se graduó en 1973 y de inmediato entró a trabajar en una fábrica de cauchos. No había posibilidades de ir a la universidad. Era dibujante técnico y también, a sus 19 años, entró como profesor de dibujo y ajuste mecánico en su mismo colegio. En ese tiempo se había creado la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana, CEPE, y sus técnicos iban al colegio a componer o crear piezas mecánicas para la incipiente industria estatal. A Gabriel lo tentaron para que entre a trabajar a CEPE, pero a él le gustaba dar clases. Unos años después, los mismos técnicos le dijeron que se iba a crear una planta de gas licuado de petróleo, en Shushufundi, en la Amazonía norte. Se decidió por dar las pruebas entre 250 personas. Resultó ser uno de los 16 escogidos. Antes de partir al oriente, él y sus compañeros hicieron varios cursos. En el colegio ganaba 4300 sucres y en CEPE entró con 7300. Y fue enviado a México durante seis meses para capacitarse en Poza Rica, de Hidalgo, una planta igual a la que se construiría. Pero antes había aprobado el curso Tylor de operadores en la novísima Refinería Esmeraldas. También recibió capacitación en Ancón, en la refinería de Santa Elena, por otros seis meses. Sería su primera vez en un campo petrolero. Vivía en una casa donde el gas le llegaba por tubería. Eso fue en 1979 y el país regresaba a la democracia. El 16 de febrero de 1980 Gabriel y sus compañeros abordaron un avión Avro de Tame, al Coca, por primera vez al oriente. Ahí haría su vida. 

Cuando llegaron a la planta de gas no había nada. Desde el Coca a Shushufindi vio cuatro casas desde una carretera de tercer orden a la cual se le echaba crudo. Recién se estaban montando las esferas de la planta de gas. Llegaron a dos casas de madera que se hicieron junto al lujoso campamento de la Texaco. 

“La democracia nos ha quedado debiendo estos 40 años, no hemos creado un país con visión de futuro, competitivo y con su gente libre de la pobreza”

La planta llegó en kits. Y su trabajo, junto a sus compañeros, fue montarla y ponerla a funcionar. Trabajaban en turnos de 14 días de trabajo y cuatro de descanso. La primera planta de gas del Ecuador arrancó en marzo de 1981. En Shushundi había los campamentos de los trabajadores, un salón de comidas, unos cuantos quioscos que vendían cosas a la entrada, dos “chongos”, una calle principal con cinco casas y la iglesia. Su trabajo era de “corredor de campo”. Consistía en recorrer las estaciones donde se controlaba el flujo de gas natural desde los campos petroleros. Luego manejaba el tablero hidráulico de la planta de gas, después fue supervisor, jefe de grupo y cuando montaron la refinería Amazonas en el mismo lugar, en 1985 trabajó como jefe de turno de la refinería y de la planta. Para entonces ya se había estructurado, entre la planta y la refinería, lo que se llamó el Complejo Industrial Shushufindi, CIS, en mayor complejo industrial de la Amazonia ecuatoriana. 

En 1994, lo primero que hizo como dirigente del sindicato de trabajadores de la planta de gas fue un convenio con la Universidad Tecnológica Equinoccial para que los compañeros que desearan siguieran estudios universitarios a distancia. Se inscribieron Gabriel y otros siete compañeros en la carrera de Ingeniería. Se graduaron cuatro y de ahí sacó su título de Ingeniero Industrial. Luego fue durante varios años jefe de contratos del CIS, donde se hizo cargo de todas las adquisiciones hasta cuando salió de la empresa estatal, que en 1990 pasó a llamarse Petroecuador. 

La vida sindical de Gabriel Moreta fue intensa. Fue dirigente nacional en la Federación Nacional de Trabajadores Petroleros. Entre las décadas de los 80, 90 e inicios del 2000, fue el sindicato más organizado y poderoso del país. Era el puntal de los movimientos sociales y en la sede de la Federación se organizaron las movilizaciones que terminarían con los gobiernos de Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad. 

De los 16 compañeros que entraron al inicio a la Amazonia, casi todos salieron en buenas posiciones. Fuera de la empresa, unos crearon emporios de trasporte o montaron empresas propias vinculadas a la industria; otros, como Gabriel, continuaron vinculados a la Amazonia. Salió de la empresa el 31 de octubre del 2007, luego de 33 años de servicio. Tenía 53 años. El 1 de noviembre entró a trabajar con una empresa ecuatoriana en los albores del gobierno de Rafael Correa. Recuerda que esta empresa hizo una alianza con una empresa china para hacer la sísmica 3D en los campos Auca, Yuca y Cononaco. Un contrato de USD 42 millones. Se volvió experto en hacer ofertas para la contratación pública. Revisaba a detalle cada oferta y tuvo problemas con algunas ofertas que no contemplaban rubros como, por ejemplo, las máquinas que hacían el tratamiento de aguas y desechos orgánicos en los campamentos. Permaneció en el Coca por varios meses haciendo tareas adicionales como contratación de personal. Estuvo hasta enero del 2009 y trabajó, otra vez en una empresa de mantenimiento de carreteras en toda la red vial de la zona petrolera. En el 2014 cambió de empleo y luego trabajó para los negocios de una empresaria de Lago Agrio, que daba servicios alimenticios a los campos petroleros, pero además era propietaria de decenas de casas de Lago Agrio y varios hoteles. Finalmente salió de la Amazonia en el 2016. De eso le queda un intenso amor por la región amazónica. Y la conciencia de que la industria petrolera causó inconmensurables daños ambientales, “algo que es una tragedia y que no ha sido conocido lo suficiente”. Pero también conoció de la gente migrante que llegó a la zona, y que la poblaron y la hicieron crecer en estos 40 años. Conoce toda la Amazonia, la respeta y sabe que a pesar de haber sido diezmada por el petróleo, los madereros, la agroindustria y hasta el turismo, sigue siendo una región hermosa y la reserva natural de este país.

“Nosotros peleamos por nuestros derechos laborales y por defender el petróleo, y en eso las instituciones democráticas fueron nuestras aliadas”

Nada más, porque del resto le queda una enorme frustración. Muy inquieto políticamente, Gabriel fue uno de los fundadores de Pachakutik. Y cree que a pesar de los esfuerzos de mucha gente honesta que se metió a la política por vocación de servicio, este periodo de cuatro décadas no ha servido para poner las bases de una verdadera democracia y no se ha pensado en un país a largo plazo. Los temas fundamentales del Ecuador se han quedado de lado, al político le ha interesado en captar votos, pasar sus años viviendo de eso y muy poco pensar en el país. 

La democracia, dice, sí le ha servido para luchar por los derechos laborales, y sobre todo para defender la soberanía estatal sobre la industria petrolera. Sirvió para dar la pelea. El único legado que podemos dejar, dice, es que nosotros peleábamos por los derechos, pero también por defender el petróleo para el pueblo ecuatoriano, y se defendía el petróleo porque siempre fue la primera fuente de ingresos del Estado y entregarlo al manejo de las transnacionales equivalía a vender “las joyas de la corona”.  Y aunque critica a los políticos, también cree que hay que hacer una autocrítica por parte de los dirigentes sindicales: se eternizaron en el poder sindical; a veces, como petroleros, pedíamos prebendas que ahora me parecen inaceptables y por las cuales desviábamos nuestra lucha del camino correcto.

Fotos: Luis Argüello
El obrero y dirigente sindical petrolero que dedicó cuatro décadas de su vida a los derechos laborales y a la industria en la Amazonía ecuatoriana.