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Andrés Muñoz: “Seguimos gobernados por la misma gente”

Andrés Muñoz
Quito, 1983

De volar aviones de guerra en la Aviación del Ejército a piloto de aerolíneas comerciales, este joven padre de dos niñas ha visto el funcionamiento del Estado y sus empresas y también del sector aeronáutico muy de cerca. El boom de la aviación en el Ecuador en los últimos años del correísmo contrasta con la incertidumbre actual, en una industria -la de los vuelos comerciales y el turismo internacional- devastada por la pandemia. La corrupción y el manejo poco serio de los bienes y las empresas públicas son dos de los rasgos negativos del periodo democrático actual, en opinión del teniente retirado y capitán de aviación.

Creció en un hogar castrense. Su padre había sido piloto de helicópteros en el Ejército y, por ello, siempre quiso volar. Andrés Muñoz ha sido la cara visible de los ex empleados de TAME, la aerolínea estatal liquidada en el gobierno de Lenin Moreno. Ellos pidieron al Gobierno que les permitiera reactivar la aerolínea, cerrada tras pérdidas millonarias y derribada, como otras en la región y en el mundo, por la pandemia. 

Por ello, a sus 37 años, ha tenido dos carreras. La primera, la militar. Tras estudiar en un colegio privado de Quito, Muñoz se enlistó en el Ejército, y sirvió en localidades amazónicas como Shell durante ocho años. Llegó al grado de teniente. Y voló las aeronaves de la Aviación del Ejército, sobre todo, las naves de transporte de las que dispone la Fuerza Terrestre. 

“Quería ser piloto de helicópteros”, cuenta el joven padre de familia de dos niñas, en la sala de su casa al norte de Quito. Conserva el cabello corto, de estilo militar, aunque en 2012 dejó la carrera de las armas para insertarse en la vida civil. En su época no habían suficientes helicópteros en el Ejército y eso obligó a que se entrenara para volar los pequeños aviones de transporte como el Aravá de fabricación israelita. Fue a bordo de esas naves, la mayoría de turbohélice, que empezó su carrera como aviador. 

“La corrupción va destruyendo el país. Tenemos autoridades con calidad legal pero no moral”

Cuando se le pregunta sobre su opinión del fin del conflicto con el Perú, el ex teniente es enfático: “hubo una traición”. Sostiene que el sentir de muchos de los militares es que los políticos y diplomáticos perdieron en las negociaciones lo que se había defendido con las armas, sobre todo en 1995 y en la posterior firma de la Paz en 1999. Para Muñoz, la firma de la paz con el Perú le dejó la duda de que para qué se peleó la guerra en las selvas amazónicas si de todas maneras se iba a ceder a las exigencias de Lima. 

A pesar de ello, reconoce que terminar con el conflicto centenario con el país vecino trajo tranquilidad a las poblaciones fronterizas. Durante ocho años sirvió en Shell, en la provincia de Pastaza, de donde tiene recuerdos sobre la bondad de la gente y la vocación y entrega de sus compañeros de armas.

De su años en la milicia, recuerda también que el correísmo empezó campañas que afectaron la disciplina interna. “El correísmo empezó a decir que los oficiales éramos pelucones de botones dorados” y a confrontar a los oficiales con la tropa. Les quitó los colegios militares, los hospitales, afirma. Empezaron a complicar de tal manera el funcionamiento de los cuarteles que había que pagar la comida por adelantado “o simplemente ese día no comías”. Y el ambiente que se iba creando en las Fuerzas Armadas terminó por decidirle a abandonar la carrera de las armas. 

En 2012, Andrés Muñoz dejó el Ejército y encontró trabajo como copiloto en la aerolínea Lan Ecuador. Se animó a salir de las Fuerzas Armadas porque vio que había oportunidades en la vida civil. Consiguió trabajo enseguida en la aerolínea privada, y no había acabado de quitarse el uniforme cuando ya estaba a la semana siguiente en un simulador en el extranjero para aprender a volar los nuevos equipos. 

“El correísmo empezó a decir a los soldados que los oficiales éramos pelucones de botones dorados”

Así empezaría una serie de capacitaciones para volar los modernos aviones tipo Airbus de la empresa, cuya sede está en Santiago de Chile. Durante poco más de dos años inició su carrera como piloto comercial en las cabinas de las aeronaves comerciales, distintas de las naves militares que empezó a volar en el Ejército. Pero ahí tampoco se sintió plenamente realizado, sobre todo, porque quería ascender a comandante en lugar de seguir siendo copiloto. 

Es así como en 2014, atraído por la gran inversión estatal en TAME, Muñoz fue contratado por la Empresa Pública, que había iniciado una expansión significativa que, tras la crisis económica, no se pudo sostener. Casi siete años formaría parte de la aerolínea estatal, en donde fue testigo de su auge y caída. Voló en todas la aeronaves de TAME, desde los jets Airbus hasta los aviones de turbohélice ATR 42, que actualmente son el único activo que la empresa tiene y que se intenta vender para liquidarla. 

TAME empezó a volar cada vez más lejos. Hacia Estados Unidos, a Argentina, a Venezuela. Se incorporaron nuevos aviones. Se ampliaron las rutas. Y Muñoz pudo hacer realidad su objetivo profesional de ser capitán de los jets comerciales, llegando inclusive a ser jefe de pilotos de la aerolínea estatal. 

En TAME pudo ver de cerca el despilfarro y el alegre manejo de las empresas estatales, recuerda. Amigos, parientes y relacionados de los gerentes de turno fueron incorporados a una nómina que crecía de forma abultada. La bonanza económica de los tiempos del correato no se administraba de manera seria, recuerda. 

Si bien el ex presidente Rafael Correa volaba en un pequeño jet oficial con su entorno más cercano, lo que no se veía es que el resto de las comitivas -a las que no era invitada la prensa privada- viajaban en naves de TAME que la Presidencia ordenaba retirar del servicio al público. Y así Correa aparecía en las fotos en su pequeño avión, proyectando una imagen de supuesta austeridad, mientras los grandes jets de pasajeros de TAME transportaban numerosas comitivas que nadie veía. 

“Hay quienes ganaron en las urnas y creen que eso es más que suficiente para hacer de las suyas en este pobre país”

Lo más curioso, recuerda el capitán de aviación, es que el nuevo presidente, Lenin Moreno, no cambió en absolutamente nada el manejo de la aerolínea. Hasta que la crisis y la pandemia le llevaron a la decisión de cerrarla, dejando al país sin aerolínea de bandera. 

La visión del teniente retirado y capitán de aerolínea es un tanto pesimista. Al final, el periodo democrático ha dejado solamente estelas de corrupción en el cielo. Corrupción y manejos inadecuados, grupos de políticos que han actuado contra el interés común. 

Entre las cosas buenas, en cambio, destaca algunas obras de infraestructura en el país, como carreteras y hospitales. Y eso le consta, sostiene, porque como militar le tocó viajar mucho en el interior del país y pudo ver los grandes cambios en vialidad que se produjeron, sobre todo, en la época correista. 

Dos figuras políticas le han llamado la atención en el último periodo democrático: el León Febres Cordero severo y decidido que dijo públicamente “yo no me ahuevo jamás” y el propio Correa, al que a pesar de las medidas que considera inadecuadas para con los militares ecuatorianos, reconoce inteligencia y claridad en sus objetivos. 

“Este periodo democrático siempre ha estado de la mano de la corrupción”, precisa. En los últimos 20 años, Muñoz destaca como el acceso a la información, sobre todo por medio de la internet y las redes sociales, ha permitido que los ciudadanos estemos más informados sobre el alcance y dimensión de la corrupción en nuestro país. “La corrupción va destruyendo el país. Tenemos autoridades con calidad legal pero no moral. Los políticos actuales ya no tienen la posibilidad de dar ejemplo a los demás”, sostiene. 

“Hay quienes ganaron en las urnas y creen que eso es más que suficiente para hacer de las suyas en este pobre país. Los jóvenes tenemos que hacernos escuchar con acciones y con ejemplos”, concluye.

Fotos: Luis Argüello
Teniente (r) del Ejército y piloto comercial, Andrés Muñoz ha desarrollado sus dos carreras en los últimos 20 años, entre la década correísta y los 10 años de inestabilidad política que la precedieron.