Alexis Tamayo: “Las FFAA no están para gobernar un país”
Alexis Tamayo
Cayambe, 1939
Llegó a ser jefe de Estado Mayor del Comando Conjunto de las FF.AA. y cumplió misiones institucionales que lo llevaron incluso a los diálogos de paz con la guerrilla del FMLN, en El Salvador. Fue el primer edecán del vicepresidente Oswaldo Hurtado, cuando el país volvió a la democracia el 10 de agosto de 1979. El general de división en retiro de la Fuerza Terrestre es el hermano mayor de una familia numerosa. Es casado y tiene tres hijos. Ha seguido de cerca la evolución de la democracia ecuatoriana y el papel de los militares en el desarrollo de nuestra sociedad. Es ingeniero industrial y tiene un posgrado en Control Gubernamental, por la ESPE. Es del arma de Artillería y ha sido profesor de institutos militares nacionales e internacionales.
El general de división en servicio pasivo, Gustavo Alexis Tamayo, tiene guardado en su casillero del banco el esfero Parker con el cual Jaime Roldós Aguilera firmó el decreto 001 con el que se posesionó como presidente de la República, el 10 de agosto de 1979. El primer decreto del retorno a la democracia. Lo conserva junto a la Cruz de Honor Militar, las condecoraciones Al Mérito Militar, Abdón Calderón (primera antigüedad de sus promociones), o la Antigua Orden de Santa Bárbara, otorgada por sus pares oficiales del arma de Artillería de Estados Unidos. Estos son sus más preciados recuerdos de una vida militar de casi 40 años, donde este esfero que formó parte de la historia del país tiene su espacio de privilegio.
A su regreso de la gira de fin de curso de la Academia de Guerra del Ejército, el entonces teniente coronel Tamayo fue designado edecán del nuevo vicepresidente de la República, Oswaldo Hurtado. Era 1979 y el país salía de la dictadura militar luego de un difícil y atropellado proceso de retorno. En la ceremonia de posesión, en la sede del Congreso Nacional, el personal de protocolo de la Cancillería había acercado a Roldós el decreto para la firma, pero se olvidaron de llevar la pluma especial para tan solemne ocasión. Disimuladamente, empezaron a preguntar entre los edecanes militares, que muy rígidos permanecían de pie detrás de los dignatarios electos por el pueblo, si tenían un esfero. Ninguno de ellos tenía con qué firmar, hasta que el oficial Tamayo les dio el Parker nuevecito, que no había estrenado aún.
“Algunos gobiernos han entregado la administración de bienes públicos a las Fuerzas Armadas por la confianza que estas generan”

Tamayo era de los oficiales que apoyaban con firmeza el retorno de los civiles a la vida democrática y de los militares a los cuarteles. Antes de ser edecán fue comandante en el destacamento de Artillería Cabo Minacho, de Loja. Ahí, entre los mandos militares, se sabía que el camino hacia el sistema democrático era inevitable, que el régimen de libertades y derechos debía volver a su cauce. Cuando pasó por los estudios de la Academia de Guerra, donde obtuvo la primera antigüedad, compartía la inquietud de los nuevos oficiales de Estado Mayor de que la democracia era un avance necesario para el país, “toda vez que las Fuerzas Armadas no están para gobernar un país, sino que es una tarea de toda la sociedad bajo la responsabilidad de los políticos y los partidos”. No fue fácil, dice, pero compaginando ideas se fue, poco a poco, resolviendo una situación en la cual los políticos querían tener las riendas del proceso y el régimen militar que fenecía, también.
“Es una institución manejada por seres humanos y su perfeccionamiento es constante. Debe ser así porque el devenir de los pueblos tiene altos y bajos”.

Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. La política le abrió un mundo nuevo, en sus tareas como edecán de Oswaldo Hurtado. De esa intensa experiencia, recuerda en primer lugar el recelo que las nuevas autoridades civiles tenían hacia los militares. Se pensaba que la recuperada democracia era demasiado frágil y que había elementos dispuestos a tumbar el proceso. Esas y otras preocupaciones también estaban en el ánimo del joven teniente coronel Tamayo, pero además sentía la responsabilidad que se imponía sobre sus hombros y se sentía con la satisfacción de ser partícipe de este cambio histórico para el país. El edecán militar, una figura que ahora ya no existe, simbolizaba el respaldo de las Fuerzas Armadas a las autoridades constitucionales; y su tarea era de enlace entre la dignidad y el alto mando militar, asesorar al mandatario en los temas militares y coordinar su seguridad. Tamayo se ganó muy pronto la confianza del Vicepresidente de la República y lo asistió puntualmente en las tareas encomendadas. Del año y un poco más que permaneció junto a Hurtado dice haber salido enriquecido, porque aprendió de la política y obtuvo experiencias y conocimientos que le servirían para sus grados superiores. Y comprendió también la inmensa responsabilidad de los políticos ecuatorianos en la conducción del país; cuando de ellos dependía que el país se hunda o alcance el bienestar común.
“La democracia ha sido beneficiosa para las Fuerzas Armadas porque se ha preocupado de su fortalecimiento y de cumplir con sus funciones”.
Gracias a sus méritos académicos, el oficial fue alumno del Colegio Interamericano de Defensa, en Washington DC y luego sería uno de sus asesores. Continuó con su vida militar luego en el Ecuador en altos cargos castrenses, pero también en cargos en los cuales, en ese tiempo, las Fuerzas Armadas tenían representación. La democracia ecuatoriana había permitido que en los órganos colegiados las Fuerzas Armadas tuvieran siempre una representación, en nombre de la seguridad nacional, pero también porque la estructura de algunas instituciones contemplaban la presencia militar. Así era que formaban parte del directorio de la Corporación Petrolera Ecuatoriana, CEPE (luego Petroecuador), o el Consejo Nacional de Telecomunicaciones o el directorio del IESS. Alexis Tamayo fue vicepresidente del Banco Nacional de Fomento, en un momento en que se impulsó la industria bananera y camaronera, y fue vocal del Consejo Directivo del IESS, cuando el seguro de las FF.AA. eran parte del Instituto. También fue vocal del Consejo Nacional de Deportes, presidente de la Comisión de Energía Atómica y secretario del Consejo de Seguridad Nacional. Dirigió la Escuela de Perfeccionamiento del Ejército, y cumplió funciones de asesor militar de la OEA y del Colegio Interamericano de Defensa.
“La institución se ha modernizado, sus miembros son profesionales en otras áreas y las FF.AA. están para cumplir las misiones que la Constitución le encarga”

Una de esas tareas le significó un papel protagónico en el proceso de paz en El Salvador, entre el gobierno de ese país y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN. Las Fuerzas Armadas ecuatorianas eran parte de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas. Ecuador tenía personal militar en la fuerza de paz en Centroamérica para garantizar la seguridad de los diálogos entre las partes en conflicto. Como jefe del Estado Mayor del Comando Conjunto, el ministerio de Defensa del Ecuador delegó al general Tamayo para inspeccionar el accionar de las tropas de paz. A petición suya se reunió por dos horas con Joaquín Villalobos, uno de los comandantes del FMLN. Ahí, en la base del jefe guerrillero, el jefe de Estado Mayor y su comitiva fueron recibidos con honores militares. En juego estaba el cambio de gobierno, el desarme y la democratización del país luego de una guerra civil donde las fuerzas militares de El Salvador habían sido denunciadas de ejecutar masacres en la población civil por violaciones a los derechos humanos. Los comandantes de la guerrilla llamaron la atención del general Tamayo por su dominio de las estrategias militares y por sus conceptos políticos y sociales. Eran gente fogueada en combate en selva, gente convencida de su causa. Los acuerdos de paz fueron garantizados por militares ecuatorianos.
Para el general Tamayo, al hablar de democracia en el Ecuador se tiene que contar con el papel de las Fuerzas Armadas en la vida nacional. “La institución militar ha ido madurando, dice, en el sentido de que la democracia y sus instituciones es algo que es de responsabilidad de todos, pero corresponde al ámbito político el cumplimiento estricto de sus labores constitucionales. La continuidad de estos cuarenta años de democracia no son concebibles sin la presencia de las Fuerzas Armadas, porque la institución militar es un pilar que permite dar seguridad a las estructuras de los gobiernos democráticos”. Tamayo reconoce que en algunos gobiernos se han dado intromisiones en las labores de la institución, pero al final ha primado la sensatez para mantener una línea en defensa de la seguridad y soberanía del pueblo ecuatoriano.